1 PERO Jacob oyó las palabras de los hijos de Labán, que decían: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo que es de nuestro padre se ha hecho toda esta grandeza.
2 Miró también Jacob el rostro de Labán, y he aquí que no era para con él como antes.
3 Además Jehová dijo a Jacob: Vuelve a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo seré contigo.
4 Por tanto Jacob envió y llamó a Raquel y a Lea al campo, donde tenía su ganado, y les dijo:
5 Estoy viendo el rostro de vuestro padre, que no es conmigo como antes; mas el Dios de mis padres ha sido conmigo.
6 Y vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre;
7 Mas vuestro padre se ha burlado de mí, y ha cambiado mi salario diez veces; pero no le permitió Dios hacerme mal.
8 Si él decía así: Los salpicados serán tu salario, entonces parían todas las reses salpicados. Y si decía así: Los listados serán tu salario, entonces todas las reses parían listados.
9 De suerte que Dios ha quitado el ganado de vuestro padre, y me lo ha dado.
10 Pues sucedió que al tiempo que andaba en celo el ganado, alcé mis ojos y vi en sueños que, he aquí, los machos que cubrían las hembras eran listados, salpicados y abigarrados.
11 Y me dijo el Ángel de Dios en sueños: ¡Jacob! y respondíle: Heme aquí.
12 Y dijo él: Alza los ojos, y verás que todos los machos que cubren las hembras, son listados, salpicados y abigarrados: porque yo he visto todo lo que Labán te está haciendo.
13 Yo soy el Dios de Bet-el, donde ungiste el pilar, y donde me hiciste voto. Ahora pues, levántate, sal de esta tierra, y vuelve a la tierra de tu nacimiento.
14 A lo que respondieron Raquel y Lea, y le dijeron: ¿Acaso nos queda todavía a nosotras parte ni herencia en la casa de nuestro padre?
15 ¿No le somos reputadas por extrañas? porque nos vendió, y hase comido por completo nuestro precio.
16 De manera que toda la riqueza que ha quitado Dios a nuestro padre, de nosotras es y de nuestros hijos. Ahora pues, haz cuanto te ha dicho Dios.
17 Entonces Jacob se levantó, y haciendo subir a sus hijos y sus mujeres sobre los camellos,
18 puso en camino todo su ganado, y toda su hacienda que había allegado, el ganado de su ganancia que había adquirido en Padán-aram, para irse a Isaac su padre, en la tierra de Canaán.
19 Mas Labán había ido a esquilar sus ovejas; y Raquel hurtó los ídolos domésticos que tenía su padre.
20 Y Jacob se alejó de Labán siro secretamente; pues no le avisó que se huía.
21 De esta suerte huyó Jacob con todo lo que era suyo, y pasó el río Eufrates, y puso su rostro hacia la serranía de Galaad.
22 Y fué dado aviso a Labán al tercer día, que había huído Jacob.
23 Por lo cual tomó sus hermanos consigo, y siguió a su alcance jornada de siete días, y le alcanzó en la serranía de Galaad.
24 Pero Dios vino a Labán siro en sueños de noche, y le dijo: ¡Guárdate de hablar con Jacob bien ni mal!
25 Alcanzó pues Labán a Jacob; y Jacob había ya fijado sus tiendas en el monte; y Labán fijó sus tiendas en el mismo monte de Galaad.
26 Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué maldad has cometido, para que huyeses de mí secretamente, y llevases a mis hijas como cautivadas a espada?
27 ¿Por qué encubriste tu fuga, y te escapaste de mí secretamente, y no me avisaste para que te enviase con festejos y con canciones, con tamboriles y con arpas;
28 y ni siquiera me permitiste besar a mis hijos y a mis hijas? Ahora pues te has portado neciamente haciendo esto.
29 Está al alcance de mi mano el haceros mal; pero el Dios de vuestro padre me habló anoche, diciendo: ¡Guárdate de hablar con Jacob bien o mal!
30 Mas ya que tenías que irte, por lo mucho que anhelabas la casa de tu padre, ¿por qué hurtaste mis dioses?
31 Entonces contestó Jacob, y dijo a Labán: Me huí secretamente porque tuve miedo; pues pensaba que tú me quitarías por fuerza tus hijas.
32 Mas aquel con quien halles tus dioses, ¡que no viva! Delante de nuestros hermanos reconoce qué tengo de lo tuyo, y llévatelo. (Porque Jacob no sabía que Raquel los había hurtado.)
33 Entró por tanto Labán en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, mas no los halló; y saliendo de la tienda de Lea, entró en la tienda de Raquel.
34 Mas Raquel ya había tomado los ídolos y los había metido debajo de los aparejos del camello, y habíase sentado encima de ellos. Labán pues tentó toda la tienda, mas no los halló.
35 Y ella dijo a su padre: No se enoje mi señor de que no pueda levantarme delante de ti; porque estoy con la costumbre de las mujeres. De suerte que él buscó, mas no halló los ídolos.
36 Entonces airóse Jacob, y altercó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Cuál es mi transgresión, y cuál mi pecado, para que siguieses así acaloradamente en pos de mí?
37 Ya que has tentado todos mis efectos, ¿qué has hallado de los efectos de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y tus hermanos, y juzguen ellos entre nosotros dos.
38 Estos veinte años que te he servido, tus ovejas y tus cabras no han perdido sus crías, y los carneros de tus rebaños no me los he comido.
39 Lo despedazado por fieras no lo traje a ti; yo llevé la culpa: de ni mano lo exigías, ya me fuese robado de día, ya robado de noche.
40 De esta suerte lo pasaba yo; de día me consumía el calor, y el hielo de noche: y el sueño se huía de mis ojos,
41 Así lo he pasado por veinte años en tu casa; te serví catorce años por tus dos hijas, y seis años por tu ganado; y tú has cambiado mi salario diez veces.
42 Si no hubiese sido conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham y el Temor de Isaac, seguramente me enviarías ahora con las manos vacías. Dios ha visto mi aflicción, y la fatiga de mis manos; y él te reprendió anoche.
43 Entonces contestó Labán y dijo a Jacob: Estas hijas son hijas mías; y estos hijos, hijos míos; los rebaños, rebaños míos; y todo lo que tú estás viendo, mío es. ¿Y qué puedo hacer hoy a estas mis hijas, o a sus hijos que ellas han parido?
44 Ahora bien, ven, hagamos un pacto, yo y tú, que sirva de testimonio entre mí y ti.
45 Jacob entonces tomó una piedra, y levantóla por pilar.
46 Y dijo Jacob a sus hermanos: Recoged piedras; tomaron pues piedras e hicieron un majano; y comieron allí sobre aquel majano.
47 Y lo llamó Labán Jegar-sahaduta, (mas Jacob lo llamó Gal-ed).
48 Y dijo Labán: Este majano es testigo entre mí y ti, hoy. Por tanto fué llamado Gal-ed,
49 y Mizpa, porque dijo también: ¡Atalaye Jehová entre mí y ti, cuando estemos ausentes el uno del otro!
50 Si oprimieres a mis hijas, o si tomares otras mujeres además de mis hijas, nadie está con nosotros; pero mira, Dios es testigo entre mí y ti.
51 Dijo más Labán a Jacob: He aquí este majano, y he aquí este pilar, que he colocado entre mí y ti,
52 testigo sea este majano, y testigo este pilar, de que yo no pasaré este majano hacia ti, y de que tú no pasarás este majano y este pilar hacia mí, para mal.
53 ¡Los dioses de Abraham, y los dioses de Nacor juzguen entre nosotros! dioses también del padre de ellos. Mas Jacob juró por el Temor de su padre Isaac.
54 Y ofreció Jacob sacrificios en él monte, y llamó a sus hermanos para que comiesen pan. Así pues comieron pan, y pasaron la noche en el monte;
55 y por la mañana madrugó Labán, y besó a sus hijos y a sus hijas, y los bendijo; luego se puso en camino, y volvióse Labán a su lugar.
Comentario de Génesis 31 por Matthew Henry
Jacob era un hombre muy honesto y bueno, un hombre de gran devoción e integridad, pero tuvo más problemas y contratiempos que ninguno de los patriarcas. Salió de la casa de su padre asustado, fue a la de su tío angustiado, allí sufrió un trato muy duro y ahora se está yendo de regreso lleno de temores. Aquí tenemos: I. Su decisión de regresar (v. 1–16). II. Su partida clandestina (v. 17–21). III. La persecución de Labán enojado (v. 22–25). IV. Las palabras acaloradas que se cruzaron (v. 26–42). V. Su acuerdo amigable finalmente (v. 43, etc.).
Génesis 31:1-16
Jacob aquí toma la resolución de dejar inmediatamente el servicio de su tío, tomar lo que tenía y regresar a Canaán. Esta resolución la tomó después de una provocación justa, por dirección divina y con el consejo y el consentimiento de sus esposas.
I. Por una provocación justa; porque Labán y sus hijos se habían vuelto muy cruzados y maliciosos hacia él, de modo que no podía quedarse entre ellos con seguridad ni satisfacción.
- Los hijos de Labán mostraron su malquerencia en lo que dijeron, v. 1. Parece que lo dijeron a oídos de Jacob, con la intención de fastidiarlo. El último capítulo comenzó con la envidia de Raquel hacia Lía; este comienza con la envidia de los hijos de Labán hacia Jacob. Observa: (1) Cuánto magnifican la prosperidad de Jacob: Se ha llevado toda esta gloria. ¿Y qué era esta gloria por la que hacían tanto ruido? Eran un grupo de ovejas marrones y cabras moteadas (y quizás los hermosos colores hacían que parecieran más gloriosos), y algunos camellos y asnos, y otros negocios por el estilo; y esta era toda esa gloria. Nota: Las riquezas son cosas gloriosas a los ojos de las personas carnales, mientras que para todos aquellos que están relacionados con cosas celestiales, no tienen gloria en comparación con la gloria que sobrepasa. La sobrevaloración de las riquezas mundanas es el error fundamental que es la raíz de la avaricia, la envidia y todo mal. (2) Cómo desprecian miserablemente la fidelidad de Jacob, como si lo que había obtenido no lo hubiera obtenido honestamente: Jacob se ha llevado todo lo que era de nuestro padre. Seguramente no todo. ¿Qué había sucedido con aquel ganado que se había confiado a la custodia de los hijos de Labán y se había enviado a tres días de viaje? Cap. 30:35, 36. Quieren decir que todo lo que se le había confiado. Nota: [1] Aquellos que se preocupan mucho por mantener una buena conciencia no siempre pueden estar seguros de tener un buen nombre. [2] Este es uno de los vanos y molestos agravios que acompañan a la prosperidad exterior, que hace que una persona sea envidiada por sus vecinos (Eclesiastés 4:4), y ¿quién puede soportar la envidia? Proverbios 27:4. A quien el Cielo bendice, el infierno lo maldice, y todos sus hijos en la tierra.
- El propio Labán dijo poco, pero su semblante no estaba hacia Jacob como solía estar, y Jacob no pudo dejar de darse cuenta, v. 2, 5. Él era un hombre mezquino en el mejor de los casos, pero ahora era más mezquino que antes. Nota: La envidia es un pecado que a menudo se muestra en el semblante; de ahí que leamos de un ojo maligno, Proverbios 23:6. Las miradas agrias pueden hacer mucho para arruinar la paz y el amor en una familia y para hacer que aquellos cuyo consuelo deberíamos cuidar se sientan incómodos. El semblante enojado de Labán le hizo perder la mayor bendición que su familia jamás tuvo, y con justa razón.
II. Por dirección divina y bajo el amparo de una promesa: El Señor le dijo a Jacob: “Regresa, y yo estaré contigo”, v. 3. Aunque Jacob había experimentado un trato muy duro allí, no abandonaría el lugar hasta que Dios se lo ordenara. Había llegado allí por orden del Cielo, y allí se quedaría hasta que se le ordenara regresar. Nota: Es nuestro deber ponernos bajo la guía de Dios, tanto en nuestra partida como en nuestro regreso, y será nuestro consuelo verlo en ambos. La dirección que tuvo de los cielos se relata más completamente en el relato que hace a sus esposas (v. 10–13), donde les habla de un sueño que tuvo sobre el ganado y el aumento maravilloso de los de su color; y cómo el ángel de Dios, en ese sueño (supongo que el sueño mencionado en v. 10 y ese v. 11 son el mismo), se fijó en las reflexiones de su imaginación mientras dormía, y lo instruyó, de modo que no fue por casualidad o por su propia astucia que obtuvo esa gran ventaja; sino, 1. por la providencia de Dios, que había notado las dificultades que Labán le había puesto, y tomó este camino para recompensarlo: “Porque yo he visto todo lo que Labán hace contigo, y en esto tengo la mirada puesta”. Nota: Las distribuciones de la providencia divina son más equitativas de lo que nos damos cuenta, y por ellas los perjudicados son recompensados realmente, aunque quizás insensiblemente. Tampoco fue solo por la justicia de la providencia que Jacob fue enriquecido de esta manera, sino, 2. en cumplimiento de la promesa insinuada en lo que se dice en v. 13, Yo soy el Dios de Bet-el. Este fue el lugar donde se renovó el pacto con él. Nota: La prosperidad y el éxito mundano son doblemente dulces
y reconfortantes cuando vemos que fluyen, no de la providencia común, sino del amor del pacto, para cumplir la misericordia prometida, cuando los obtenemos de Dios como el Dios de Bet-el, de esas promesas de la vida presente que pertenecen a la piedad. Jacob, incluso cuando tenía esta esperanza de enriquecerse con Labán, debía pensar en regresar. Cuando el mundo comienza a sonreírnos, debemos recordar que no es nuestro hogar. Ahora levántate (v. 13) y regresa, (1) a tus devociones en Canaán, cuyas solemnidades habían sido tal vez mucho interrumpidas mientras estaba con Labán. Los tiempos de este servicio Dios los había tolerado, pero ahora, “regresa al lugar donde ungiste la columna y hiciste el voto. Ahora que empiezas a enriquecerte, es hora de pensar en un altar y sacrificios nuevamente”. (2) A tus consuelos en Canaán: Regresa a la tierra de tus parientes. Él estaba aquí entre sus parientes cercanos, pero solo debía considerar como sus parientes en el mejor sentido, a aquellos a quienes pertenecía el pacto. Nota: Los herederos de Canaán nunca deben considerarse en casa hasta que lleguen allí, sin importar cuánto parezcan echar raíces aquí.
III. Con el conocimiento y el consentimiento de sus esposas. Observa,
- Mandó llamar a Raquel y a Lea al campo (v. 4), para poder hablar con ellas más en privado, o porque una no iría al apartamento de la otra y él preferiría hablar con ellas juntas, o porque tenía trabajo que hacer en el campo que no quería dejar. Nota: Los esposos que aman a sus esposas comunicarán sus propósitos e intenciones a ellas. Donde hay afecto mutuo habrá confianza mutua. Y la prudencia de la esposa debe ganarse el corazón de su esposo para confiar en ella, Proverbios 31:11. Jacob le contó a sus esposas: (1) Cuán fielmente había servido a su padre, v. 6. Nota: Si otros no hacen su deber con nosotros, tendremos el consuelo de haber hecho el nuestro con ellos. (2) Cómo su padre había tratado deslealmente con él, v. 7. Nunca cumpliría ningún trato que hiciera con él, sino que, después del primer año, siempre que veía que la Providencia favorecía a Jacob con el color acordado, cada medio año de los cinco restantes lo cambiaba por otro color, lo que hacía diez veces; como si pensara que no solo podría engañar a Jacob, sino también a la Providencia divina, que evidentemente sonreía hacia él. Nota: Aquellos que actúan con honestidad no siempre son tratados con honestidad. (3) Cómo Dios lo había protegido de la mala voluntad de Labán: Dios no permitió que me hiciera daño. Nota: Aquellos que se mantienen cerca de Dios serán guardados por él. También le había proporcionado abundantemente, a pesar del diseño de Labán de arruinarlo: Dios ha quitado el ganado de tu padre y me lo ha dado a mí, v. 9. Así, el Dios justo pagó a Jacob por su duro trabajo con la propiedad de Labán, como más tarde pagó a la descendencia de Jacob por servir a los egipcios, con sus despojos. Nota: Dios no es injusto para olvidar la obra y el trabajo de amor de su pueblo, aunque los hombres lo sean, Hebreos 6:10. La Providencia tiene formas de hacer que aquellos que son honestos en el evento no lo sean en su diseño. Nota, además, que la riqueza del pecador está reservada para el justo, Proverbios 13:22. (4) Les contó sobre el mandamiento que Dios le había dado, en un sueño, de regresar a su propia tierra (v. 13), para que no sospecharan que su resolución procedía de inconstancia o de cualquier desafecto hacia su país o su familia, sino que pudieran ver que provenía de un principio de obediencia a su Dios y de dependencia de él.
- Sus esposas consintieron alegremente en su resolución. También expresaron sus quejas, quejándose de que su padre había sido no solo poco amable, sino también injusto con ellas (v. 14–16), que las consideraba como extranjeras y que no tenía afecto natural hacia ellas; y, mientras que Jacob había considerado la riqueza que Dios había transferido de Labán a él como su salario, ellas la consideraban como sus porciones; así que, de ambas maneras, Dios forzó a Labán a pagar sus deudas, tanto a su siervo como a sus hijas. Entonces parecía que (1) estaban cansadas de su propio pueblo y de la casa de su padre, y fácilmente podían olvidarlos. Nota: Este buen uso debemos hacer del mal trato que recibimos del mundo, debemos estar más dispuestos a dejarlo y desear estar en casa. (2) Estaban dispuestas a ir con su esposo y ponerse bajo la dirección divina con él: Haga lo que Dios te haya dicho. Nota: Aquellas esposas que son adecuadas para sus esposos nunca serán un obstáculo para hacer lo que Dios les llama a hacer.
Génesis 31:17-24
Aquí tenemos la huida de Jacob de Labán. Podemos suponer que lo había estado considerando durante mucho tiempo y reflexionando sobre ello en su mente; pero cuando finalmente Dios le dio órdenes positivas de irse, no hubo demora ni desobediencia a la visión celestial. Aprovechó la primera oportunidad que se presentó, cuando Labán estaba esquilando sus ovejas (v. 19), esa parte de su rebaño que estaba en manos de sus hijos a tres días de viaje. Ahora, 1. Es cierto que era lícito para Jacob abandonar su servicio de manera repentina, sin dar un aviso de tres meses. No solo estaba justificado por las instrucciones particulares que Dios le dio, sino respaldado por la ley fundamental de la autopreservación, que nos dirige, cuando estamos en peligro, a buscar nuestra propia seguridad, siempre y cuando no perjudiquemos nuestras conciencias. 2. Fue prudente alejarse sigilosamente de Labán, no sea que, si Labán lo hubiera sabido, lo hubiera impedido o despojado. 3. Fue honesto llevar consigo solo lo suyo, el ganado que había obtenido, v. 18. Tomó lo que la Providencia le dio, y se contentó con eso, y no buscaría reparar sus daños por su cuenta. Sin embargo, Raquel no fue tan honesta como su esposo; robó las imágenes de su padre (v. 19) y las llevó consigo. El hebreo las llama terafines. Algunos piensan que eran solo pequeñas representaciones de los antepasados de la familia, en estatuas o imágenes, que a Raquel le gustaban particularmente y deseaba llevar consigo, ahora que iba a otro país. Parece más bien que eran imágenes para uso religioso, penates, dioses domésticos, adorados o consultados como oráculos; y estamos dispuestos a esperar (con el obispo Patrick) que ella las llevó no por codicia del rico metal del que estaban hechas, mucho menos para su propio uso, o por algún temor supersticioso de que Labán, al consultar a sus terafines, pudiera saber en qué dirección se habían ido (Jacob, sin duda, vivía con sus esposas como un hombre de conocimiento, y estaban mejor instruidas de lo que pensaban)., pero con el diseño de convencer así a su padre de la tontería de su respeto por aquellos como dioses que no podían asegurarse a sí mismos, Isaías 46:1, 2.
II. La persecución de Labán a Jacob. Le trajeron noticias el tercer día de que Jacob había huido; inmediatamente levanta a todo el clan, toma a sus hermanos, es decir, a los parientes de su familia, que estaban todos en su interés, y persigue a Jacob (como después Faraón y sus egipcios persiguieron a la descendencia de Jacob), para devolverlo a la esclavitud nuevamente, o con la intención de despojarlo de lo que tenía. Siete días de viaje marchó en su persecución, v. 23. No habría tomado la mitad de las molestias para visitar a sus mejores amigos. Pero la verdad es que los hombres malos harán más para servir a sus pasiones pecaminosas de lo que los hombres buenos harán para servir a sus afectos justos, y son más vehementes en su enojo que en su amor. Bueno, finalmente Labán lo alcanzó, y la misma noche antes de que lo alcanzara, Dios intervino en la disputa, reprendió a Labán y protegió a Jacob, ordenándole a Labán que no le hablara ni bien ni mal (v. 24), es decir, que no dijera nada en contra de su continuación en su viaje, porque procedía del Señor. La misma hebraísmo lo tenemos en Génesis 24:50. Labán, durante sus siete días de marcha, estaba lleno de ira contra Jacob, y ahora estaba lleno de esperanzas de que su lujuria se satisfaría en él (Éxodo 15:9), pero Dios vino a él y con una palabra le ató las manos, aunque no cambió su corazón. Nota, 1. En un sueño y en ensueños en la cama, Dios tiene formas de abrir los oídos de los hombres y sellar su instrucción, Job 33:15, 16. Así él advierte a los hombres por sus conciencias, en susurros secretos, que el hombre sabio escuchará y atenderá. 2. La seguridad de los hombres buenos se debe en gran parte al control que Dios tiene sobre las conciencias de los hombres malos y al acceso que tiene a ellos. 3. Dios a veces aparece maravillosamente para el rescate de su pueblo cuando están al borde de la ruina. Los judíos fueron salvados del complot de Hamán cuando el decreto del rey estaba a punto de ser ejecutado, Ester 9:1.
Génesis 31:25-35
Tenemos aquí el razonamiento, por no decir la confrontación, que tuvo lugar entre Labán y Jacob en su encuentro, en la montaña que posteriormente se llamó Galaad, v. 25. Aquí tenemos,
I. La grave acusación que Labán presentó contra él. Lo acusa de,
- Como un renegado que había desertado injustamente de su servicio. Para representar a Jacob como un criminal, quiere que se piense que tenía la intención de ser amable con sus hijas (v. 27, 28), que las habría despedido con todas las muestras de amor y honor que pudiera haber, que habría hecho un asunto solemne de ello, habría besado a sus nietecitos (y eso era todo lo que les habría dado), y, según la costumbre insensata del país, las habría despedido con alegría y canciones, con pandereta y arpa: no como se fue Raquel de la misma familia, más de 120 años antes, con oraciones y bendiciones (Génesis 24:60), sino con deporte y diversión, lo que fue señal de que la religión había decaído mucho en la familia y habían perdido su seriedad. Sin embargo, finge que habrían sido tratadas con respeto al partir. Nota, es común que las personas malvadas, cuando son decepcionadas en sus proyectos maliciosos, pretendan que solo diseñaron lo que era amable y justo. Cuando no pueden hacer el mal que pretendían, les da pena que se piense que alguna vez lo pretendieron. Cuando no han hecho lo que deberían haber hecho, se excusan diciendo que lo habrían hecho. Las personas pueden ser engañadas de esta manera, pero Dios no. También sugiere que Jacob tenía alguna mala intención al robarse así (v. 26), que se llevó a sus esposas como cautivas. Nota, aquellos que tienen malas intenciones ellos mismos son más propensos a poner la peor interpretación sobre lo que otros hacen inocentemente. Insinuar y agravar las faltas son las artimañas de una malicia diseñadora, y aquellos deben ser representados (aunque sea injustamente) como malintencionados contra quienes se intenta hacer el mal. En general, (1.) Se jacta de su propio poder (v. 29): Está en el poder de mi mano hacerte daño. Supone que tenía tanto el derecho de su lado (una buena acción, como decimos, contra Jacob) como la fuerza de su lado, ya sea para vengar la injusticia o recuperar lo que era correcto. Nota, las personas malvadas comúnmente se valoran mucho en su poder para hacer daño, mientras que un poder para hacer el bien es mucho más valioso. Aquellos que no harán nada para hacerse amables aman que se les considere formidables. Y aún así, (2.) Él reconoce estar bajo el control y la restricción del poder de Dios; y, aunque redunda mucho en el crédito y el consuelo de Jacob, no puede evitar decirle la advertencia que Dios le había dado la noche anterior en un sueño, No hables ni bien ni mal a Jacob. Nota, como Dios tiene a todos los instrumentos malvados en una cadena, así, cuando le place, puede hacer que sean conscientes de ello y forzarlos a reconocerlo en alabanza suya, como protector de lo bueno, como lo hizo Balaam. O podemos considerar esto como una instancia de algún respeto consciente sentido por Labán por las prohibiciones expresas de Dios. Por malvado que sea, no se atrevió a hacerle daño a alguien a quien vio como el cuidado particular del Cielo. Nota, se preveniría mucho daño si los hombres prestaran atención a las advertencias que sus propias conciencias les dan en los ensueños en la cama y tuvieran en cuenta la voz de Dios en ellos.
- Como un ladrón, v. 30. Más bien que admitir que le había dado alguna provocación para partir, está dispuesto a atribuirlo a un cariño insensato por la casa de su padre, que lo hizo querer irse; pero entonces (dice él) ¿por qué has robado mis dioses? ¡Hombre tonto! ¡llamar a esos sus dioses que podían ser robados! ¿Podía esperar protección de aquellos que no podían resistir ni descubrir a sus invasores? Felices son aquellos que tienen al Señor por su Dios, porque tienen un Dios del que no pueden ser despojados. Los enemigos pueden robar nuestros bienes, pero no a nuestro Dios. Aquí Labán le imputa a Jacob cosas que él no sabía, la angustia común de la inocencia oprimida.
II. La disculpa de Jacob por sí mismo. Aquellos que confían su causa a Dios, aún no están prohibidos de defenderla ellos mismos con mansedumbre y temor. 1. En cuanto a la acusación de robar a sus propias esposas, se absuelve dando la verdadera razón por la que se fue sin que Labán lo supiera, v. 31. Temía que Labán por la fuerza se llevara a sus hijas y así lo obligara, por el vínculo de su afecto a sus esposas, a continuar en su servicio. Nota, aquellos que son injustos en lo más mínimo, es probable que también sean injustos en mucho, Lucas 16:10. Si Labán engañó a Jacob en su salario, es probable que no haya tenido escrúpulos en robarlo de sus esposas y separar a quienes Dios había unido. ¿Qué no se puede temer de las personas que no tienen principios de honestidad? 2. En cuanto a la acusación de robar los dioses de Labán, él se declara inocente, v. 32. No solo no los tomó él mismo (no era tan aficionado a ellos), sino que tampoco sabía que los habían tomado. Sin embargo, tal vez habló demasiado apresurada e inconsideradamente cuando dijo: “Quienquiera los haya tomado, que no viva;” sobre esto podría reflexionar con cierta amargura cuando, poco después, Raquel, que los había tomado, murió repentinamente en el parto. Por justa que pensemos que somos, es mejor abstenerse de las imprecaciones, no sea que caigan más pesadas de lo que imaginamos.
III. La búsqueda diligente que hizo Labán de sus dioses (v. 33-35), en parte por odio a Jacob, a quien con gusto habría dado ocasión para pelear, en parte por amor a sus ídolos, que no quería abandonar. No encontramos que haya buscado en los rebaños de Jacob ganado robado; pero buscó en su mobiliario dioses robados. Estaba de acuerdo con el pensamiento de Micaía: Tú te has llevado a mis dioses, ¿y qué me queda más? Jueces 18:24. ¿Los adoradores de dioses falsos estaban tan aferrados a sus ídolos? ¿Caminaban así en el nombre de sus dioses? ¿Y no debemos ser igualmente solícitos en nuestras búsquedas del Dios verdadero? Cuando él ha partido justamente de nosotros, ¿cuán cuidadosamente debemos preguntar: ¿Dónde está Dios mi Hacedor? ¡Ojalá supiera dónde puedo encontrarlo! Job 23:3. Labán, después de todas sus búsquedas, no encontró sus dioses y fracasó en su investigación con una farsa; pero nuestro Dios no solo será encontrado por aquellos que lo buscan, sino que ellos lo encontrarán como su generoso recompensador.
Génesis 31:36-42
Vemos en estos versículos,
I. El poder de la provocación. El temperamento natural de Jacob era tranquilo y apacible, y la gracia lo había mejorado; era un hombre suave y sencillo; sin embargo, la conducta injustificada de Labán hacia él lo llevó a un estado de exaltación que lo hizo expresarse con vehemencia, v. 36, 37. Su reprimenda a Labán, aunque pueda admitir alguna excusa, no fue justificable, ni está escrita para nuestra imitación. Las palabras hirientes provocan la ira y generalmente no hacen más que empeorar las cosas. Es un gran insulto para alguien que tiene una mente honesta ser acusado de deshonestidad, y sin embargo, debemos aprender a soportarlo con paciencia, encomendando nuestra causa a Dios.
II. El consuelo de una buena conciencia. Esto era lo que alegraba a Jacob, que cuando Labán lo acusaba, su propia conciencia lo absolvía y testificaba que en todo momento había estado dispuesto y cuidadoso en vivir honestamente, Hebreos 13:18. Nota, aquellos que en cualquier empleo han actuado con fidelidad, si no pueden obtener el crédito de ello entre los hombres, tendrán el consuelo de ello en sus propios corazones.
III. El carácter de un buen siervo, y en particular de un pastor fiel. Jacob se había probado como uno de esos, v. 38–40. 1. Fue muy cuidadoso, de modo que, debido a su supervisión o negligencia, las ovejas no abortaban. Su piedad también obtuvo una bendición sobre los bienes de su amo que estaban bajo su cuidado. Nota, los siervos no deben cuidar menos de lo que se les confía para sus amos que si tuvieran derecho a ello como si fuera propio. 2. Fue muy honesto y no tomó nada para comer que no se le permitiera. Se contentó con comida sencilla y no deseó banquetearse con los carneros del rebaño. Nota, los siervos no deben ser quisquillosos en su comida ni desear lo que se les prohíbe, sino en eso y en otros aspectos, mostrar toda buena fidelidad. 3. Fue muy trabajador, v. 40. Se mantuvo ocupado en su trabajo, sin importar el clima; y soportó el calor y el frío con una paciencia invencible. Nota, los hombres de negocios que tienen la intención de lograr algo deben estar dispuestos a soportar dificultades. Jacob aquí es un ejemplo para los ministros; ellos también son pastores, de quienes se requiere que sean fieles en su confianza y dispuestos a esforzarse.
IV. El carácter de un amo duro. Labán había sido uno de esos para con Jacob. Son malos amos, 1. Quienes exigen de sus siervos lo que es injusto, obligándolos a compensar lo que no ha sido dañado por ninguna falta de ellos. Esto lo hizo Labán, v. 39. Además, si ha habido negligencia, aún es injusto castigar por encima de la proporción de la falta. Lo que puede ser un daño insignificante para el amo podría estar cerca de arruinar a un pobre siervo. 2. También son malos amos aquellos que niegan a sus siervos lo que es justo y equitativo. Esto lo hizo Labán, v. 41. Fue injusto hacer que Jacob sirviera por sus hijas, cuando tenía en perspectiva una gran herencia asegurada por la promesa de Dios mismo; como también lo fue darle a sus hijas sin dote, cuando estaba en su poder hacer el bien por ellas. Así que robó a los pobres porque era pobre, como también hizo al cambiar su salario.
V. El cuidado de la providencia para la protección de la inocencia injuriada, v. 42. Dios tomó conocimiento del agravio hecho a Jacob y le recompensó a quien Labán de otra manera habría enviado con las manos vacías, y reprendió a Labán, quien de otra manera lo habría devorado. Nota, Dios es el defensor de los oprimidos; y aquellos que son agraviados y aún no destruidos, derribados y aún no destruidos, deben reconocerlo en su preservación y darle la gloria por ello. Observa, 1. Jacob habla de Dios como el Dios de su padre, insinuando que se consideraba indigno de ser así considerado, pero era amado por el bien del padre. 2. Lo llama el Dios de Abraham, y el temor de Isaac; porque Abraham había muerto y había ido a ese mundo donde el amor perfecto echa fuera el temor; pero Isaac aún vivía, santificando al Señor en su corazón, como su temor y su miedo.
Génesis 31:43-55
Tenemos aquí la resolución del asunto entre Labán y Jacob. Labán no tenía nada que responder a las protestas de Jacob: no podía justificarse ni condenar a Jacob, pero su propia conciencia lo convenció del mal que le había hecho; y por lo tanto, no desea oír más del asunto. No está dispuesto a reconocer su culpa ni a pedir perdón a Jacob ni a hacerle satisfacción, como debería haberlo hecho. Pero,
I. Lo resuelve con una profesión de afecto por las esposas e hijos de Jacob (v. 43): “Estas hijas son mis hijas”. Cuando no puede excusar lo que ha hecho, en efecto, reconoce lo que debería haber hecho; debería haberlas tratado como propias, pero las había considerado como extrañas, v. 15. Nota, es común que aquellos que carecen de afecto natural finjan mucho cuando les conviene. O tal vez Labán dijo esto de manera vanidosa, como a quien le gusta hablar en grande y usar grandes palabras vacías de vanidad: “Todo lo que ves es mío”. No fue así, todo era de Jacob, y lo había pagado caro; sin embargo, Jacob lo dejó hablar, percibiendo que estaba de mejor humor. Nota, La propiedad está cerca del corazón de las personas mundanas. Les encanta presumir de ella, “Esto es mío, y lo otro es mío”, como Nabal, 1 Samuel 25:11, mi pan y mi agua.
II. Propone un pacto de amistad entre ellos, al que Jacob accede de buena gana, sin insistir en la sumisión de Labán, y mucho menos en su restitución. Nota, Cuando surgen disputas, debemos estar dispuestos a ser amigos nuevamente en cualquier término: la paz y el amor son joyas tan valiosas que apenas podemos comprarlas demasiado caras. Es mejor sentarse perdiendo que seguir en la contienda. Ahora observa aquí,
- El contenido de este pacto. Jacob dejó que Labán lo estableciera por completo. El tenor del mismo fue, (1.) Que Jacob debería ser un buen esposo para sus esposas, que no las afligiera ni se casara con otras esposas además de ellas, v. 50. Jacob nunca le había dado motivo para sospechar que sería otro que un esposo amable; sin embargo, como si lo hubiera hecho, estaba dispuesto a aceptar este compromiso. Aunque Labán las había afligido él mismo, él obligará a Jacob a que no las aflija. Nota, aquellos que son injustos ellos mismos suelen ser los más celosos de los demás, y aquellos que no hacen su propio deber son los más perentorios al exigirlo de los demás. (2.) Que nunca sería un mal vecino para Labán, v. 52. Se acordó que ningún acto de hostilidad pasaría jamás entre ellos, que Jacob perdonaría y olvidaría todos los agravios que había recibido y no los recordaría ni a Labán ni a su familia en tiempos posteriores. Nota, podemos resentir una lesión que aún no podemos vengar.
- La ceremonia de este pacto. Se hizo y ratificó con gran solemnidad, según los usos de esos tiempos. (1.) Se erigió una columna (v. 45) y se levantó un montón de piedras (v. 46) para perpetuar la memoria de la alianza, ya que entonces no se conocía o no se usaba la forma de registrar acuerdos por escrito. (2.) Se ofreció un sacrificio (v. 54), un sacrificio de ofrendas de paz. Nota, Nuestra paz con Dios es lo que pone verdadero consuelo en nuestra paz con nuestros amigos. Si las partes contendientes se reconcilian, la reconciliación de ambos con Él facilitará su reconciliación mutua. (3.) Comieron pan juntos (v. 46), participando conjuntamente del festín sobre el sacrificio, v. 54. Esto fue en señal de una reconciliación sincera. Los pactos de amistad antiguamente se ratificaban comiendo y bebiendo juntos. Era como una especie de festín de amor. (4.) Apelaron solemnemente a Dios sobre su sinceridad en esto, [1.] Como testigo (v. 49): “Que el Señor esté vigilando entre tú y yo”, es decir, “Que el Señor tome conocimiento de todo lo que se haga de uno u otro lado en violación de esta alianza. Cuando estemos fuera de la vista del uno del otro, que esto nos restrinja, para que dondequiera que estemos, estemos bajo el ojo de Dios”. Esta apelación se puede convertir en una oración. Los amigos a distancia el uno del otro pueden tomar el consuelo de esto, que cuando no pueden conocerse ni socorrerse mutuamente, Dios está velando entre ellos y los tiene a ambos bajo su mirada. [2.] Como Juez, v. 53. El Dios de Abraham (del que descendió Jacob) y el Dios de Nacor (del que descendió Labán), el Dios de su padre (el ancestro común, del que descendieron ambos), juzgará entre nosotros. La relación de Dios con ellos se expresa de esta manera para indicar que adoraban a un mismo Dios, en consideración al cual no debería haber enemistad entre ellos. Nota, Aquellos que tienen un solo Dios deben tener un solo corazón: aquellos que coinciden en la religión deben esforzarse por coincidir en todo lo demás. Dios es el Juez entre las partes contendientes, y juzgará con justicia; quien haga mal, lo hace bajo su propio riesgo. (5.) Dieron un nuevo nombre al lugar, v. 47, 48. Labán lo llamó en siríaco, y Jacob en hebreo, el montón testigo; y (v. 49) se llamó Mizpa, una torre de vigía. Al incluir a la posteridad en la alianza, se cuidó de que así se preservara la memoria de ella. Estos nombres son aplicables a los sellos del pacto del evangelio, que son testigos para nosotros si somos fieles, pero testigos contra nosotros si somos falsos. El nombre que Jacob dio a este montón (Galeed) se quedó, no el nombre que Labán le dio. En todo este encuentro, Labán fue ruidoso y lleno de palabras, afectando decir mucho; Jacob estaba en silencio y decía poco. Cuando Labán apeló a Dios bajo muchos títulos, Jacob solo juró por el temor de su padre Isaac, es decir, el Dios a quien su padre Isaac temía, que nunca había servido a otros dioses, como Abraham y Nacor lo habían hecho. Dos palabras de Jacob fueron más memorables que todos los discursos de Labán y sus vanas repeticiones: porque las palabras de los sabios se oyen en silencio, más que el grito del que gobierna entre los necios, Eclesiastés 9:17.
Finalmente, después de toda esta discusión enojada, se separaron como amigos, v. 55. Labán besó cariñosamente a sus hijos e hijas, los bendijo y luego se fue en paz. Nota, Dios a menudo es mejor para nosotros de lo que tememos y gobierna de manera extraña los espíritus de los hombres en nuestro favor, más allá de lo que podríamos haber esperado; porque no es en vano confiar en Él.
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